Por Ariel Montoya, escritor y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internacional y Vocero en el Exterior del Partido Liberal Independiente.
Donald Trump rompió todos los esquemas que interactuaron en su contra en estas pasadas elecciones, incluyendo a algunos miembros de su propio partido, el Republicano, y a diversos sectores que siempre simpatizaron con él pero que en los últimos meses le retiraron el apoyo.
Sin embargo ganó, y esta vez nadie duda de su resiliencia política ni de la consolidación de su liderazgo conservador, cómo tampoco en su empeño por la retroalimentación de la economía y valores nacionales, así como en su cultura colegiada antiglobalista.
Aunque existe un rechazo fehaciente al socialismo y al marxismo cultural en Europa y ahora también en Latinoamérica, sobre todo ahora que se desbarranca con mucha vibra anti-ojos vendados la patraña marxista leninista y sus repercusiones en todas las izquierdas, nadie como Trump ha incursionado en esa batalla a nivel mundial. En este sentido su liderazgo es trascendental como lo es el de Javier Milei en Argentina.
Ante esta realidad y como un dato digno de reconocimiento que incidió en este triunfo, es el hecho de que la socialdemócrata estadounidense, como se le ve tradicional e internacionalmente al partido Demócrata, ha sido el de haber abandonado en gran medida a las centrales obreras, mientras que el Partido Republicano ha acercado posiciones y acuerdos estrechos con este importante segmento social.
¿Por qué perdió Kamala y el Partido Demócrata? Por dos causas esenciales: La primera, no logró contrarrestar el discurso opositor de la carestía de la vida —del aumento de la gasolina—, sobre todo, partiendo de que la economía en términos financieros marcha con buena salud, dicho por medios respetables como la revista The Economist y dicho también por periodistas serios de este país. Pero ese detalle noticioso, como en tantas partes del mundo no lo lee ni escucha la masa votante, pero sí los asesores de campañas presidenciales.
El otro error en medio de la salida emergente del presidente Joe Biden, fue la selección (no la elección) de la candidata Kamala Harris, quien en realidad no logró estar a la altura de un tigre como Trump que, como ya hemos dicho anteriormente, ha pasado en estos 4 años lidiando demandas y acusaciones en su contra y venciendo obstáculos de diversa índole.
Lo grande de este gran país es que el sistema se mantiene, gane el partido que gane, lo que permitirá bajo esta nueva administración Republicana seguir manteniendo la supremacía de primera potencia, bajo la cual la defensa de la democracia y el espíritu del humanismo político prevalecerá siempre en esta nación y en el mundo entero, sobre todo ante las absurdas intenciones del globalismo y sus metas trastabillantes y siempre, en defensa de la familia.